Vivir en pareja es una forma de adaptarse a las
tradiciones de nuestra sociedad, y lo más importante, de buscar el equilibrio
afectivo. Pero adaptarse a otra persona no se consigue sin esfuerzo porque, por
mucho cariño que se profese una pareja, no tiene garantías de que la
convivencia vaya a ser sencilla, ni que estará protegida, porque los problemas
ineludiblemente aparecerán. Aún las técnicas educativas siguen ignorando la
necesidad de enseñar a vivir en pareja, siendo como es, la alternativa que la
mayoría de la gente adoptará en algún momento a lo largo de su vida.
a) un aumento progresivo de responsabilidades
b) una disminución del nivel de novedad
c) menor disponibilidad de tiempo para el ocio
d) cambio de expectativas respecto a la vida en pareja.
Estos cambios van a llevarse con éxito si las habilidades de
convivencia que posee la pareja son completas: saber hablar de las
dificultades, saber afrontarlas en vez de rehuirlas, apoyarse en vez de
recriminarse, saber hacer pactos satisfactorios para ambos. De lo contrario,
irán apareciendo las quejas, las discusiones, el malestar, recriminaciones,
ira, decepción. La pareja se convertirá en la lucha de dos rivales y el
intercambio de comportamientos será cada vez más dañino, deteriorándose poco a
poco todos los sentimientos nobles que habían albergado.
Estos consejos van dirigidos a las parejas que van a iniciar la
convivencia, parejas que están llenas de buenos propósitos, ilusionados y que
no llevan a la espalda el conocimiento ni los hábitos que solo se aprenden con
el tiempo. Por lo tanto, tienen la responsabilidad de su futuro:
I) demostrar
la admiración mutua: nos sentimos atraídos por una persona y nos acercamos y
fomentamos el trato, guiados por la necesidad de conocimiento y curiosidad, y
si la compenetración es buena y el intercambio que se establece es
satisfactorio para ambos, la expectativa de una vida en común que mantenga esa
satisfacción y permita alcanzar otras metas vitales, como crear un hogar, tener
hijos y fundar una familia, puede llevar a la convivencia.
II) Manifestar al otro
que estamos orgullosos de habernos comprometido, orgullosos de la relación que
llevamos.
Fuente: Lic. Stuart Oblitas
Clínica del Hombre
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