17 de abril de 2014

Preparando nuestro nidito de amor ¿para siempre?


Vivir en pareja es una forma de adaptarse a las tradiciones de nuestra sociedad, y lo más importante, de buscar el equilibrio afectivo. Pero adaptarse a otra persona no se consigue sin esfuerzo porque, por mucho cariño que se profese una pareja, no tiene garantías de que la convivencia vaya a ser sencilla, ni que estará protegida, porque los problemas ineludiblemente aparecerán. Aún las técnicas educativas siguen ignorando la necesidad de enseñar a vivir en pareja, siendo como es, la alternativa que la mayoría de la gente adoptará en algún momento a lo largo de su vida. 

Una pareja de novios tendrá que afrontar los siguientes cambios con la convivencia: 
a) un aumento progresivo de responsabilidades
b) una disminución del nivel de novedad
c) menor disponibilidad de tiempo para el ocio
d) cambio de expectativas respecto a la vida en pareja. 
Estos cambios van a llevarse con éxito si las habilidades de convivencia que posee la pareja son completas: saber hablar de las dificultades, saber afrontarlas en vez de rehuirlas, apoyarse en vez de recriminarse, saber hacer pactos satisfactorios para ambos. De lo contrario, irán apareciendo las quejas, las discusiones, el malestar, recriminaciones, ira, decepción. La pareja se convertirá en la lucha de dos rivales y el intercambio de comportamientos será cada vez más dañino, deteriorándose poco a poco todos los sentimientos nobles que habían albergado.


Estos consejos van dirigidos a las parejas que van a iniciar la convivencia, parejas que están llenas de buenos propósitos, ilusionados y que no llevan a la espalda el conocimiento ni los hábitos que solo se aprenden con el tiempo. Por lo tanto, tienen la responsabilidad de su futuro:
I) demostrar la admiración mutua: nos sentimos atraídos por una persona y nos acercamos y fomentamos el trato, guiados por la necesidad de conocimiento y curiosidad, y si la compenetración es buena y el intercambio que se establece es satisfactorio para ambos, la expectativa de una vida en común que mantenga esa satisfacción y permita alcanzar otras metas vitales, como crear un hogar, tener hijos y fundar una familia, puede llevar a la convivencia.
II) Manifestar al otro que estamos orgullosos de habernos comprometido, orgullosos de la relación que llevamos.





Fuente: Lic. Stuart Oblitas
Clínica del Hombre

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